LA NECESIDAD DE SENTIR TEMOR DE DIOS EN LA IGLESIA

El tema propuesto para este artículo: ”La necesidad de sentir temor de Dios en la Iglesia” es por demás comprensible y justificado. Desde los mismos albores de la humanidad, el Señor Dios ha hecho llamados a los hombres para exhortarles a servirle a Él.

Min. Francisco Juarez Perez

4/10/20249 min read

Esa dualidad de la vida y la muerte, de camino bueno y malo, fue puesta ante el pueblo hebreo, y la exhortación a escoger la vida, no la muerte, aunque ciertamente en la actualidad también está delante de todos los hombres. El Señor Jesucristo hizo una alusión similar, pues aludió igualmente a dos puertas, a dos caminos: uno angosto y estrecho, y otro grande y espacioso; uno que conduce a la vida y otro cuyo fin es la muerte, e igualmente la propuesta del Señor y Salvador a los oyentes es escoger el camino angosto que lleva a la vida (Mateo 7:13-14). Las exhortaciones nunca han faltado, Dios ha usado a sus profetas, a sus hombres escogidos para hacer llegar el mensaje a los pueblos. Pero, ¿qué tanta eficacia ha tenido este mensaje? Enfocando nuestro pensamiento hacia el Nuevo Testamento y retomando los pasajes arriba aludidos por nuestro Señor Jesús, Él mismo hacía mención que no son muchos los que deciden caminar el camino angosto:

“Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva á la vida, y pocos son los que la hallan”. (Mateo 7:14)

Este ha sido el común denominador en todos los tiempos, baste recordar que los contemporáneos del Patriarca Noé perecieron casi en su totalidad, pues solo unas cuantas personas; únicamente ocho personas de toda una generación se salvaron. El temor a Dios a través de todos los tiempos, ha sido un sentimiento muy escaso en la humanidad. Ya aludimos al tiempo de Noé. Abordaremos ahora al pueblo hebreo y veremos cómo se relacionó en este tema con el Creador. Sin embargo, antes de eso es necesario que consideremos:

¿Qué es el temor de Dios?

En Deuteronomio 10:12-13 existe una referencia al respecto que nos ayuda a comprender al respecto, pues dice:

“Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas á Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas á Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma; Que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que hayas bien?”

Bueno, pues para empezar, podemos ver que el “temor a Dios” es algo que le agrada al Señor, y que parece ser que encabeza una serie de disposiciones que bien podrían ser lo que conlleva la misma palabra. La palabra “temer” o “temor” que se utiliza en hebreo es “yaré” o “yirá”, esta palabra puede ser usada en varios sentidos, veremos algunos ejemplos: como en Génesis 3:10 donde Adam mismo confiesa haber tenido miedo al escuchar la voz de Dios en el huerto, es decir, sintió temor porque estaba consiente que había infringido el mandamiento de Dios; otro ejemplo muy interesante, porque en este texto tenemos dos ejemplos de la palabra “Yaré”, se encuentra en Éxodo 20:20:

“Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; que por probaros vino Dios, y porque su *temor esté en vuestra presencia para que no pequéis”.

Estas palabras fueron referidas por Moisés al pueblo hebreo luego de la data

de la Ley, y la manifestación de Dios en el monte con las voces, las llamas, el

sonido de la bocina y la montaña que humeaba, lo cual provocó mucho miedo

al pueblo.

La primera palabra señalada con un asterisco*, es yaré y tiene el significado literal de espantar, atemorizar, asustar, amedrentar. La segunda palabra “temor” con dos asteriscos**, aunque su significado es igualmente temor, éste se refiere a un “temor reverente”, a un “respeto” u “obediencia” a Dios. Cuando se usa con relación a una persona de alto rango, yaré connota “temor reverente”. Es más que simple temor; es la actitud con que una persona reconoce el poder y la condición de la persona que se reverencia y se le rinde el debido respeto. Con este significado, la palabra puede implicar “sumisión” en la debida relación ética con Dios. (Diccionario Vine AT).

“Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes á Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único;” (Génesis 22:12).

En este texto podemos encontrar el significado de la segunda connotación que venimos considerando, incluso ampliarlo, pues la palabra en cuestión aquí puede adquirir el significado de “Sumisión”, palabra que deriva del latín: “submissio”, que quiere decir “sometimiento” y que como tal podría equivaler a la palabra en árabe Islam que significa: “sumisión a Dios”.

El rey de Israel, siendo el dirigente máximo del pueblo de Dios, quien además era establecido por el mismo Señor: ¿Cómo podía y debía aprender el temor a Dios? Deuteronomio 17:19:

“Y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda á temer á Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de aquesta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra:”

La lectura de la Palabra de Dios era una obligación para el Rey, aunque también lo era para los Sacerdotes y para el demás pueblo. De hecho, debemos recordar que el Señor dio una importante prescripción a los padres, ésta era la repetición constante e incesante, en todo momento, a sus hijos, de los mandamientos, estatutos y derechos que Dios les había dado, veamos:

Deuteronomio 6:6-7: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón: Y las repetirás á tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”

La historia del pueblo de Israel en cuanto a obediencia, respeto, sumisión, temor a Dios es un contraste entre luces y sombras, pues tuvo momentos gloriosos, pero también muy tristes, y sin lugar a dudas éstos últimos fueron los más, algo que es complejo de entender; es porque un pueblo que vio y vivió de primera mano el poder de Dios, con pruebas tan fehacientes, y tan palpables, era tan propenso hacía la rebeldía a su Dios, una y otra vez. ¿Por qué le costó tanto trabajo a Israel tener temor de su Dios? Aun cuando las consecuencias de su desobediencia muchas veces fueron castigadas con contundencia e inmediatez.

El Libro de los Reyes, proporciona una información que nos puede ayudar a comprender mejor esta cuestión:

“Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las gentes de donde habían sido trasladados”. 2o Reyes 17:33.

La palabra honraban que utiliza aquí, en hebreo es “abad”, que tiene otras connotaciones como: adorar, ministrar, servir; como quiera que sea, entendemos que emulaban la idolatría de las naciones de la diáspora, el pecado por el cual habían sido echados de su tierra solo les servía para involucrarse en más pecado, más idolatría. Recordemos como emuló Israel en el desierto, la idolatría que aprendió en Egipto, incluso en el mismo momento que Moisés recibía las tablas de la ley (Éxodo 32:4).

¿De acuerdo al texto arriba citado, puede haber unión entre ambas inclinaciones? ¿Es acaso que puede existir un falso temor a Dios? El siguiente versículo nos responde:

2o Reyes 17:34: “Hasta hoy hacen como entonces; que ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos, ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel”

Este versículo responde la duda. El mismo reclamo se sigue haciendo en los subsiguientes versículos

2o Reyes 17:35-36: “Con los cuales había Jehová hecho pacto, y les mandó, diciendo: No temeréis á otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les sacrificaréis: Mas á Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, á éste temeréis, y á éste adoraréis, y á éste haréis sacrificio”.

Es necesario hacer notar que las palabras: temían, temen, temeréis, temieron, de éstos versículos, corresponden a la misma palabra que ya analizamos líneas arriba: “yaré” en su connotación de “temor revente”, “respeto”, “obediencia” o “sumisión”.

2o Reyes 17:41: “Así temieron a Jehová aquellas gentes, y juntamente sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según que hicieron sus padres, así hacen hasta hoy”.

Ahora bien, en la actualidad, si bien la humanidad no ha seguido los caminos de Dios, tampoco se puede decir que estén en una ignorancia total de Él. De una forma u otra, la gente sabe lo que es bueno y lo que no. Dice el Apóstol Pablo:

(Romanos 2:5) “Más por tu dureza, y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios; (Versículo 6) El cual pagará á cada uno conforme á sus obras:

(Versículo 7) A los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, la vida eterna.

(Versículo 8) Mas á los que son contenciosos, y no obedecen á la verdad, antes obedecen á la injusticia, enojo é ira;

(Versículo 9) Tribulación y angustia sobre toda persona humana que obra lomalo, el Judío primeramente, y también el Griego”.

De una forma más contundente, el mismo Apóstol nos hace entender que quienes ejercitan el pecado, con ley o sin ella, habrán de rendir cuentas delante de Dios:

“Porque todos lo que sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados: Porque los Gentiles que no tienen ley, naturalmente haciendo lo que es de la ley, los tales, aunque no tengan ley, ellos son ley á sí mismos: Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros”. (Romanos 2:12-15)

La versión bíblica TLA-D (traducción en lenguaje actual)

“Porque los que no son judíos obedecen los mandatos de la ley de Dios, aunque no la conozcan, pues ellos mismos saben qué es lo bueno y qué es lo malo” (Romanos 2:14).

¿Una Iglesia temerosa de Dios?

Pero ahora bien: ¿Qué hay de la Iglesia de Dios? ¿Es la iglesia temerosa a Dios? ¿Practica diariamente su doctrina; ama y sirve a Dios con fidelidad? ¿La Iglesia guarda los mandamientos de Dios? El Señor Jesucristo en una ocasión preguntó: “...Cuándo el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8). Si bien es cierto que venimos hablando del temor de Dios, creo que la fe es parte del temor de Dios, y en ese sentido vale también la pregunta: ¿Si el Hijo de Dios viniera ahora, encontraría una Iglesia temerosa de su Padre? ¿Qué tan involucrada está la Iglesia con Dios? Ahora mismo vienen a mi mente las palabras del Apóstol Pablo a los Romanos:

“Que si Dios no perdonó á las ramas naturales, á ti tampoco no perdone. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú también serás cortado”. (Romanos 11:21-22)

Algunas líneas arriba, leíamos cómo antiguamente el pueblo a su parecer temía a Dios, pero al mismo tiempo se había entregado también a la idolatría. Quizá hoy no podríamos endilgar una falta así a la Iglesia de Dios, pero tampoco creo que falten motivos para no señalar que algunos miembros de la Iglesia pretendan efectuar una mezcla de costumbres paganas con la doctrina.

No debemos olvidar los señalamientos hechos a la Iglesia en Laodicea: reproches, señalamientos de tibieza, de jactancia, de soberbia, de ceguera, y no obstante el Señor está a la puerta (Apocalipsis 3:15-20) Aspectos muy similares a los de la iglesia contemporánea.

No son buenos tiempos los que le ha tocado vivir hoy a la Iglesia de Dios, de hecho el Apóstol Pablo nos exhortó así: “Redimiendo el tiempo, porque los días son malos”. (Efesios 5:16)

Como en los peores tiempos de la humanidad, la maldad se multiplica exponencialmente, la degradación humana, de la vida, de la sociedad, de los valores, de la moral, del matrimonio, de la familia, todo esto anuncia la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo, como Él mismo lo manifestó cuando le cuestionaron cómo sería su venida (Lucas 17:26-30). Y con todo eso, los que formamos parte de la Iglesia de Dios, estamos obligados a “vivir y a tener a Dios en nuestra noticia”.

Cuando los hombres se olvidan de Dios en su vida, se corrompen, se pudren, se depravan: “DIJO el necio en su corazón: No hay Dios. Corrompiéronse, hicieron obras abominables; No hay quien haga bien”. (Salmo 14:1)

Esto es exactamente lo mismo que expresa el Apóstol Pablo: “Y como á ellos no les pareció tener á Dios en su noticia, Dios los entregó á una mente depravada, para hacer lo que no conviene”. (Romanos 1:28). En contraste para, nosotros como Iglesia, contamos con los recursos que el Señor nos ha otorgado, para apartándonos del mal, practiquemos el temor a Dios :

“Con misericordia y verdad se corrige el pecado: Y con el temor de Jehová se apartan del mal los hombres”.(Proverbios 16:6)

Dentro de los patriarcas incluso se habla de uno que se dice: “caminó con Dios” (Génesis 5:22), aunque también se dice exactamente lo mismo de Noé (Génesis 6:9), y no podríamos decir menos de Abraham, abuelo de Jacob, de cuyos lomos surgen los orígenes del pueblo Israelita a quien obviamente El Señor le manifestó ésta misma petición por medio de una disyuntiva:

“A los cielos y la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición: escoge pues la vida, porque vivas tú y tu simiente”

(Deuteronomio 30:19).